martes, 13 de enero de 2009

(Entre) Nos

Un pequeño círculo lumínico de luz blanca muestra un par de zapatos marrones acordonados muy masculinos en posición vertical.
Todo es quietud. Instantes de silencio. Luz y zapatos.
Lentamente, el círculo lumínico comienza a abrirse. Se detiene cuando muestra por completo a un hombre recostado sobre un diván con sus manos blanquísimas entrelazadas sobre su vientre. Los pliegues de su camisa blanca simulan a un paisaje de montañas con nieve a punto de sufrir un alud. Su pantalón negro, impecable, sin arrugas destaca sus largas piernas.
Todo es quietud. Instantes de silencio.
Un suspiro...


ÉL: A mis treinta años. Con el peso de mi apellido... de mi apellido... Aunque mi barba empuje con más fuerza la piel de mi cara, soy un niño... Ella gritaba todo el tiempo mi nombre pero susurraba otra palabra... mi oído lo esperaba... yo lo esperaba... Ella la largaba sin pensar, sin cuidado... Un rincón oscuro... un juego... el patio... la terraza... La de enfrente nos vio... Cuando me la cruzaba en el barrio, largaba su mirada fulminante... No me importaba... a ella tampoco... Una vez le sacó la lengua y dejó ver su chicle que después terminó accidentalmente en mi nuca. Fue extraño, cuando la casa, de repente, se llenó de muñecas... Rompió lo único que me quedaba... mi momento de soledad... Papá se fue y el dúo se rompió. Se fue para siempre. No vuelve. No va a volver... Quedé yo... solo... hombre... Vino ella con unos años menos y sus bombachitas con dibujitos... Pero no vino sola... ¡Apareciste! ¡Me dejaste y apareciste!... Te fuiste con otro... y venís con otra... ¿Te das cuenta? Vos y ella... Yo... Los tres... Una escondida... una mancha... y la terraza... Años de terraza y escondidas... Mi hermanita... un chicle... una mujer... Se la llevaron con sus zapatos blancos... Quería matarlo... Quería matarla... Quedamos los dos... Mamá y yo... Ya no hay escondidas... No tengo nada que esconder... No hay terrazas... No la necesitamos... Siempre estamos solos... Mamá... una mujer...

(Pausa)

ÉL: Doctora, ¿me escucha?
VOZ DE DOCTORA: Siempre te escucho...
ÉL: Doctora... Mujer... Mía...
VOZ DE DOCTORA: ¿Querés que te traiga un té bien dulce, nene?
ÉL: Bueno... Pero hoy duermo solo mamá, hoy duermo solo.